Incluso con los ojos abiertos, no veo absolutamente nada

Quimelito
Nací un domingo 3 de febrero, en una zona bendecida por la madre tierra, por su clima estacional de polos opuestos intensos y de gentes, de gran corazón. En un hospital militar, que hoy en día, es la universidad de Arquitectura de Granada. El campo del príncipe, a las faldas de la gran Alhambra. Como anécdota, al nacer, pese 5900gr, y al parecer cause gran curiosidad en médicos y enfermeras del hospital.
A los 7 meses, me llevaron a vivir a Terrassa, un pueblo cercano a Barcelona, donde corrí, aprendí, y me divertí en sus calles y su naturaleza, hasta que a los 14 años, se volvió a reorientar mi vida, regresando al sur de España, concretamente Motril.
Así transcurrieron mis días sumergido en las profundidades de lo que socialmente está bien reconocido y premiado, consiguiendo realizar todos los sueños… Hasta que un día, mientras cambiaba a mi hijo Joaquin de 6 meses, en su cambiador, nos cruzamos las miradas…
Pude conectar con su vulnerabilidad, con su tremenda dependencia, con su inmaculada e inocente presencia, con lo majestuoso y mágico de la vida… En aquel instante, de miradas cruzadas, entendí, que no tenía nada de valor, mas allá de lo que no tiene valor, dinero, poder, y entendimiento para desarrollarse con las reglas de la actualidad social… Comprendí, entendí, que no podía hacer esto con mi hijo, que no podía desear esa vida para él, y que la única forma de transformar esto era, que yo, llegase a los confines que fuesen necesarios, para obtener lo que verdaderamente tiene valor…
Desde ese momento, mi vida se transformó por completo, y mis intereses, mis motivaciones, dieron un cambio de 360º, hacia lo desconocido…
Recorrí el mundo, buscando las mejores escuelas, las mejores formaciones, los mejores en sus ramas, lo vanguardista e innovador, con la única intención, de regalarles a mis hijos, lo que no se aprende en los colegios y universidades, lo que no enseña la televisión, la religión, el trabajo, el sistema…
Recorrí infiernos, los sótanos del infierno, y las bodegas de los sótanos del infierno, visité el cielo, y lo que es la vida entre medias, hasta que sin quererlo, sin buscarlo, fui visitado por la creatividad, y como tocado por una mano muy superior a lo que creo que soy, comencé a desarrollar este libro, cuyo contenido, está dedicado a mis hijos, Joaquin y Pablo, llevando en él, el amor inmenso, que deseo ver disfrutar en todos.
disfrute del recorrido así, como sigo disfrutando del mío…
quizá, en algún momento, nos volvemos a cruzar, porque conocernos, ya nos conocemos...
¡Salud!